La escena transcurre mientras voy terminando de armar el bolso cuidando de no olvidarme nada para el mini trip a Mar del Plata que íbamos a hacer con Marido. Nos habíamos casado en noviembre y como la luna de miel iba a ser en abril del otro año, quisimos hacer una 𝘦𝘴𝘤𝘢𝘱𝘢𝘥𝘪𝘵𝘢 de “recién casados” antes. Mar del Plata fue el destino de aquel diciembre del 2011.

Cómplices de un sueño, sabíamos que estábamos listos. Los dos queríamos lo mismo, lo veníamos buscando hacía poco tiempo y qué ilusión más romántica era la de volver embarazados de ese viaje.

Volvimos de Mardel y seis meses más tarde también volvimos de nuestra luna de miel con bolsos, regalos, recuerdos y siempre con el útero vacío.

Sospeché que algo nos pasaba que impedía que lo lográramos a pesar de no tener prueba fehaciente de ello, todavía.

Cambió todo. Sentí que se me empezaban a resquebrajar las bases. Las estructuras que sostenían mis expectativas temblequearon y en el fondo se formó una gran grieta. El universo tal y como lo conocía -en el que podía controlar cuándo 𝐧𝐨 embarazarme y sí cuándo 𝐪𝐮𝐢𝐬𝐢𝐞𝐫𝐚- se desquebrajó.

Entonces fue cuando todo el equilibrio emocional en mi vida se desbalanceó. Era momento de empezar a hacerme de nuevos recursos para enfrentar la búsqueda que, con un nuevo mundo por descubrir, me desafiaba a superarme y a redescubrirme desde otro lugar.

Pasaron muchos años y aún recuerdo ese momento exacto en donde se quebró mi equilibrio.

Hay momentos en la vida que te marcan a fuego. Algunos de ellos son felices, otros son sumamente tristes… 𝐲 𝐞𝐬𝐭á𝐧 𝐞𝐬𝐭𝐨𝐬 𝐨𝐭𝐫𝐨𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐥𝐞𝐠𝐚𝐧 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐜𝐚𝐦𝐛𝐢𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐬𝐢𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞. De uno depende armar la baraja y armar el juego

Lo mejor de este juego, es que lo decidimos nosotros.


Soy Maru Pesuggi, autora del libro ¡Que me parta un Milagro!, me tocó atravesar un largo camino hacia la maternidad y hoy sigo acompañando el viaje de otros…

¿Todavía no lo leiste? El libro: http://libro.quemepartaunmilagro.com.ar

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