“A partir de ese momento mi vida estuvo pura y absolutamente gobernada por los ovarios, el endometrio, los niveles hormonales y el ciclo de visitas de la tía Colorada.”
Del primer capítulo de mi libro. No es de extrañar que así se sienta este momento de la vida, donde la búsqueda está en primer plano constantemente.
La vida, entonces, empieza a cerrar su zona. Cada vez más acotado, esos límites nos van apretujando y dejando en foco solamente esto que nos pasa. Todo el tiempo, en todo momento, en todo lugar, es esto, siempre presente.
Era adolescente y hacía algunos años que ya no me atendía con él, mi querido pediatra el doctor Pineda, pero estaba atravesando una de esas crisis vitales clásicas de la edad, y mis padres me llevaron a verlo. Necesitaba un espacio guiado por un psicólogo. Recuerdo lo que dijo: “Yo lo necesité de grande, no me había dado cuenta lo que me estaba pasando. Después de un largo tiempo de terapia, supe en qué momento había resuelto mis temas: me encontraba en la peluquería y por primera vez me había compenetrado en la charla que mi peluquero me estaba dando, pude estar ahí de manera plena, disfrutando en ese momento y enfocado ahí”.
Fue una enseñanza que me marcó. Hoy la traigo para preguntarnos cuántas veces estamos y no estamos en esos lugares. Permanecemos físicamente y nuestra mente sigue en esa zona cercada.
Mientras tanto… la vida sigue pasando.
A veces es tan difícil poder verlo. Hay que correrse, tomar distancia y darse cuenta. El deseo se transforma en objetivo y es necesario que así suceda. Pero me pregunto cuántas cosas nos pasan por al lado sin que podamos disfrutarlas o siquiera notarlas.
Me pregunto cuántos otros objetivos tenemos en la vida para compartirles nuestra dedicación y atención. Distribuir la atención y nuestra energía, para vivir el resto: de lo grande y lo pequeño.
Durante mucho tiempo cerqué mi vida, pero noté mi cerco y pude romperlo.
Romper esa zona, ganar terreno, hacerlo propio… la vida tiene de todo, quitemos el “mientras tanto”.
Maru
@quemepartaunmilagro
Soy Maru Pesuggi, autora del libro ¡Que me parta un Milagro!, me tocó atravesar un largo camino hacia la maternidad y hoy sigo acompañando el viaje de otros…
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