Unas días antes del 29 de septiembre, publiqué en mis redes sociales el siguiente aviso:


¡Hola chicas! Nos vamos a encontrar a merendar/tomar un café, té, lo que quieran…

? Voy a llevar libros para la que quiera comprarlo allí

? sábado 29 de septiembre
? a las 16 hs
☕ en Palermo (a una cuadra del parque Las Heras)

Será un encuentro absolutamente informal, donde no habrá regla alguna, ni charla programada, sólo el objetivo de poder escucharnos, de hablar y de sentir que no estamos solas, e irnos con algo que haya sumado a nuestra experiencia.

El objetivo es de traspasar lo virtual, porque algunas de nosotras, a veces, necesita sentirse más cerca

El lugar tiene capacidad limitada. Así que si alguna quiere confirmar, le agradezco me envíe un mensaje privado

Las esperamos!


Ese mismo 29 de septiembre amanecimos con tremendo temporal azotando a Buenos Aires. Calles anegadas, puentes cortados, subtes inundados. Todo indicaba que lo ideal sería cancelarlo y posponerlo. Pero cerca del medio día, las nubes dieron paso al azulado cielo. Y la asistencia fue casi perfecta.

Hacé tribu.

Dos, tres, cuatro. Quince. No importa cuantas sillas se ocupen, mientas haya alguien que quiera ocuparla.

Saqué de mi mochila un par de libros, los acomodé con delicadeza en una mesa casi vacía que ya tenía invitadas que habían llegado temprano. Y muy a pesar de la fuerte tormenta que había atacado Buenos Aires por la mañana, a la tarde el sol ya había salido hacía unas horas y la humedad se estaba yendo con las nubes.

Las voces se iban sumando, como historias, como estados. Mezcladas, mamás por donación y mamás con células propias. A bajo volumen, recientes embarazos y a viva voz uno a medio cocinar. Mujeres que están por empezar el primer tratamiento, otras que esperaban una transferencia y otra a cientos de kilómetros de su hogar, otras que nos subimos al barquito de las segundas vueltas y otras con largas historias están posando sus ojos en otro camino, de los tantos que hay, para lograr la maternidad a través de la ciencia. Mezcladas.

Fue más el tiempo que escuché y disfruté, del que hablé. Noté estas mezclas de estados y de historias y repetí en mi cabeza: qué bueno que nos tenemos. Qué bueno que estamos. Qué bueno que es hacer tribu.

Para algunas era su primera vez, otras ya cancheras y otras en grupitos que ya se conocían. Ponerle cara a la foto de perfil, ponerle el sonido de la voz a un nombre, conocerlas más, conocer sus historias. Tan diferentes y tan cercanas. Tan únicas como compartidas.

Casi 4 horas más tarde, nos fuimos. Y me fui feliz. Feliz en un abrazo, en una palabra, en una sonrisa, en una historia, en la emoción de betas positivas y la esperanza de los tratamientos que vendrán.

Quiero que se replique esto, que se encuentren en el lugar en el que están sea la ciudad que sea. Porque juntas es más lindo, juntas es más llano, juntas es menos locura y más aceptación, juntas tal vez sea el mismo dolor pero del que se sale más rápido.

Encontrate, hacé tribu, compartilo, acercá herramientas, hablá, sacátelo de encima, escuchá con atención, aprendé de la experiencia ajena, apoyá tu brazo, da una mano, acercá una oreja.

Vayan juntas, mujeres hermosas y valientes, juntas.

Vayamos juntas y hagamos tribu.

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