Algo que me pasó en todos estos meses es que mis lágrimas se secaron. He llorado, textualmente hablando, y ahora el llanto va por dentro.
Y creo que el llanto silencioso, muchas veces, es el más doloroso de todos.
Entre tantas hormonas, y pinchazos, y test, y ecografías, y visitas al doctor, el estado de ánimo se transforma en una bandera de guerra hecha polvo. ¿De donde sacamos las fuerzas?. No lo sé, pero ahí seguimos, luchando.
Los ciclos biológicos de la mujer, que tienden a ser de alrededor de 28 días, donde el endometrio varía, los ovarios trabajan, y el cerebro manda órdenes a ciertas glándulas para que produzcan diferentes hormonas… es sólo la versión oficial de la historia.
Adentro mio, los ciclos no se dividen en fase folicular – pico ovulatorio – fase lutea. Para mi los ciclos se dividen en: fe y esperanza – aguante y perseverancia – dolor y angustia.
Y se repiten cada mes, para volver a empezar.
La fe y la esperanza la traduzco en las ganas de concretar el objetivo, de hacer realidad el sueño, de traer un hijo al mundo con la persona que más amo en la tierra. Confío en la ciencia, en el doctor que me aconseja. Me apoyo en mi marido. Me concientizo positivamente. Me auto convenzo, con la idea de que mi aura le de la orden a mi cuerpo de dejar que actúe la naturaleza. Me hablo a mi misma, me lleno de fe. Pido al destino que me conceda el deseo. Soy más responsable que nunca: tengo capacidad económica, tengo un compañero de vida que quiere lo mismo que yo, es un proyecto consensuado. Estamos sanos, podemos brindar una atmósfera sana para el desarrollo de un nuevo ser humano. Inspiro y espiro esperanza.
Cuando llega el momento de empezar a tomar las pastillas, aplicarse las inyecciones, preparar las jeringas, ir a los controles ecográficos me transformo en la mujer con más aguante y perseverancia. Controlándo los días, las tomas de cada droga, no equivocar la medicación,verme la panza volverse un colador de puntos rojos. Destinar el presupuesto a comprar cada cosa que sea necesaria, porque en estos casos, no se escatima en gastos. Se pone todo, todo lo que se pueda hasta que de el bolsillo. Porque vale la pena. Porque es mi sueño. Y llega el día en que te sometés a la Inseminación Artificial, o a la punción de ovocitos, o a la transferencia. Y ahí la perseverancia se materializa. Hice todo lo que me indicaron que hiciera, al pie de la letra, con las fotocopias escritas, con los calendarios tachados, con las recetas subrayadas. Con todo. Hice todo. Solo resta esperar que llegue el día que confirme que todo esto hizo el resultado esperado: ¿estoy o no, embarazada?.
Y estoy a 6 días de la fecha en la que NO me tiene que venir, y me siento rara, algo fue diferente que el ciclo anterior, esta vez me duelen los pechos de una manera que antes no me dolieron. Esta vez tuve dolores que antes no había tenido en tal día del ciclo. Dudo. Los resultados negativos forman parte de mi ser, estoy acostumbrada, no me asombra recibir otro negativo. Porque es lo que se repite todos los meses. Pero dudo. Esas cosas que siento o sentí en este ciclo, que no había sentido en otros me hacen creer que todo es posible. Que esta vez tal vez me partió un milagro. Pero falta casi una semana para el primer día de atraso. Todavía es muy temprano para saberlo. Es poco probable que de estar embarazada, esté sintiendo síntomas, no es posible. Razono. Pero sigo dudando. Un test de embarazo podría quitarme de la duda. Total, si estoy embarazada tal vez vea una línea muy tenue, porque todavía es pronto para hacer un test… y si dá negativo, todavía tendría más días para seguir ilusionándome. ¿Que hago, pruebo o no pruebo?, siempre pruebo. Y otro test negativo salta a la vista. No puede ser, a ver, si pongo el test abajo de la luz natural, de cerca, capaz que se ve algo… nada. Mejor pruebo a contra luz; o con la luz blanca de la cocina, tal vez se vea mejor. Y solo veo blanco. Ese blanco que me dice que esta vez no fue posible. Dejo pasar unos días, ya entrando en la etapa de angustia.
Ya sobre la fecha me preparo a hacer otro test. Seguramente este sea positivo. Seguramente este me de la sorpresa. Porque el otro que me hice, era demasiado pronto. ESTE me va a decir la verdad, me va a sacar la última gota de esperanza que me corre por la sangre. Y es como una aventura, mi corazón bombea con adrenalina. Espero el milagro, espero la GRAN NOTICIA. Espero que dos rayitas me cambien la vida para siempre. Y otra vez el mismo desenlace, el blanco nunca fue tan blanco, blanco como la pureza, como las nubes en el cielo, blanco como el vestido de una novia, blanco como el algodón, como la nieve.
Pero para mi es blanco dolor. Porque para personas como yo, el blanco tiene otro matiz, el matiz del fracaso, es un blanco que cala hondo dentro de mi alma. Un blanco horrible que me dice que mi deseo no se hizo realidad. Un blanco que duele profundamente y que no todos entienden, confirma la noticia que tengo que empezar otra vez, de nuevo, otro ciclo.
Y lloro, lloro por dentro, a gritos que solamente yo puedo escuchar. Me tiro la culpa de no haber hecho algo antes, me pregunto si hice algo mal, si los tratamientos que estamos haciendo están bien. Si tengo que seguir confiando en un doctor o tengo que buscar a otro. O si lo peor es que yo no funciono como mujer, y mi marido no funciona como hombre. Y es desesperante.
Desesperante es tener un problema pero no poder encontrarlo. No poder mirarlo con un microscopio para saber en que momento las cosas dejan de funcionar e ir a solucionarlo. Ayudar a que el problema se resuelva, ¿está en los espermatozoides?, ¿en mis óvulos?, ¿en el momento en que se unen dentro de mi?, ¿en el momento que se tiene que pegar a mi endometrio?. No se puede saber con exactitud. Y eso me desespera.
Y ese segundo ya pasó, ya lo dejo atrás. Decido mirar para adelante para encarar un nuevo ciclo. Me unto de fuerzas, de donde pueda sacarlas, porque siempre hay, si busco, siempre encuentro.
Cierro los puños con fuerza, tacho el día en el calendario, saco turno con mi doctor, y vuelvo a empezar, otra vez, porque con o sin pañuelitos de papel, mientras viva, voy seguir peleando, con mi bandera de guerra a cuestas. Hasta ganar.
Es Hermosooooooo!!! Es puro sentimiento que corre por las venas.. no me canso de leerlo…y de llorar obvio.. un beso!!!
Tal cual Maru, es una montaña rusa emocional dividida en ciclos… Con que medico estas? Yo estaba con Beltramone pero la verdad que me parece que es un comercial como la mayoria que solo quiere sacar plata y por eso te hacen hacer cualquiera para que salga mal y mas plata te puedan sacar 🙁
Ayyy linda, es dificil lo de los medicos, yo pasé por varios… pero por ahora no lo quiero hacer publico, cualquier cosa mandame un mail. Un beso grande y estamos en contacto!.
Maru.
como te entiendo Maru! leo lo que escribiste y es un espejo de mi alma.
es precioso Maru! como me he emocionado. Sigue con esa fuerza, tenemos que conseguirlo!!! me identifico mucho contigo porq estoy pa cumplir los 30 y llevo año y pico. Muchos besos. Pepita Rotita de #infertilpandy
Escribiste lo que pasa cada vez!!! fiuuuuuuu.. el alivio de no ser la unica desquiciada… estoy contemplando la posibilidad de que no sean pañuelitos… sino sabanoooones de pañuelos para secarme las lagrimitas quue tengo de leer este post… me diste vuelta como a una media! Ceci.
Que puedo decir Maru…hace poco supe de este sitio y en verdad las cosas que escribes identifican exactamente por lo que pasamos y vivimos cuando nos sometemos a tratamientos de fertilidad. Sabes nosotros mi marido y yo llevamos 12 años esperando nos parta ese milagro, aún cuando yo en este año 2014 este por cumplir 42 años….la fe es quien nos mantiene de pie y la esperanza nos toma de sus manos ata no dejarnos caer y seguir, tan solo seguir esperando con los brazos abiertos que nos parta un MILAGRO 🙂